Cuéntame como pasó ( 1 de 2 )

Durante la segunda mitad del siglo XX, más concretamente a mediados de los sesenta, la progresión en la escalada llega a un punto de control. Los grandes problemas físicos, es decir, las dificultades orográficas están resueltas, y las cimas de las montañas más significativas o están superadas o en lista de espera a corto plazo. De esta manera los aventureros, cuelgan el cartel de "cerrado por cese del negocio", y dejan paso a los deportistas, que por otra parte están obligados a resolver el problema de la continuidad.

Los nuevos escaladores ven en el aumento de la dificultad de las ascensiones, una vía de continuidad en las actividades de montaña. Para completar con éxito el problema evolutivo, hay que escalar aquellos itinerarios, que hasta ese momento, a simple vista parecían imposibles. Es un problema de progresión, y los materiales de la época no dan respuesta a ese problema. De esta manera, el uso de rústicos taladradores manuales para introducir tornillería en la pared, que proporciona fijación al escalador dónde no hay presas efectivas, así como una leve mejora en la flexibilidad y adherencia en el calzado de escalada, son un buen comienzo, y a finales de los sesenta estos avances son de uso común en Europa y América .

Es un paso decisivo para que la industria, siempre atenta a los nuevos campos de negocio, comience a colaborar con el deporte, en un principio traspasando los artilugios de fijación industrial a la escalada, como los "golos", los primitivos expansivos con los que arranca la escalada artificial, mejorando ostensiblemente las cuerdas de escalada sintéticas, etc. iniciando así una colaboración que perdura hasta nuestros días. A estos avances debemos añadir la mejora en los transportes e infraestructuras, que convierten las obsoletas aventuras en prácticas domingueras. En España es más significativo, debido a la coincidencia de la nueva práctica de la escalada con el triunfo del desarrollo económico y social.

El uso de expansivos para la progresión, da una oportunidad a los escaladores de asaltar nuevos itinerarios, por lugares por los que nadie se hubiera atrevido a imaginar una vía de escalada. Asimismo, la utilización de estos artilugios también proporcionan seguridad y confianza, y por lo tanto accesibilidad, por lo que el número de practicantes de este deporte se multiplica por diez a principios de los años setenta. En menos de diez años el número de itinerarios en las montañas de nuestro país, crece de un modo extraordinario, multiplicando por cien el número de vías de escalada. A mediados de los setenta, los grandes riscos en todas las cordilleras de Europa y América, están dotados de atrevidos itinerarios cosidos a expansivos, conquistando paredes imposibles como la Nose, en The Capitan, en Yosemite, o los Mallos de Riglos en España.

Otra vez, el ahora ya deporte de la escalada, ha cubierto una etapa y estamos supuestamente en otra barrera cíclica. Las paredes está cribadas de vías repletas de tornillería, y el nivel físico-deportivo de los practicantes, supera con creces a los de la anterior generación. Los escaladores echan un vistazo a su alrededor, para descubrir que en el océano de piedra, sigue habiendo espacio para el avance. La industria en los noventa ya ha desarrollado las cabezas de playa que otorgaron a los freakies de los ochenta, y está perfectamente capacitada para dar otro salto cualitativo en la escalada . Estamos ante lo inevitable, la escalada "más" deportiva.

La búsqueda de mayores dificultades en la agonía del siglo XX, es en principio el mismo objetivo que en los ochenta, la progresión; pero no es el único. La unión entre deporte e industria tiene su precio, y los modernos modos de vida, contemplan los objetivos económicos a la par que los deportivos. Para la elite deportiva, animada por el marketing de las empresas comerciales, el reconocimiento social ya no es suficiente, debe ser acompañado en la medida de lo posible por la compensación económica; no es que no haya habido nunca profesionales en la escalada, pero es en los noventa cuando la, "profesionalización" se generaliza, y es por esta razón, que la escalada debe ser dotada de una componente económico-social, desconocida hasta ese momento. ¿Se ha trivializado la escalada? no, yo creo que no, simplemente ha cogido la salida más próxima, y contempla el futuro desde un punto de vista más profano.


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